Fuente: Pulso

Por Gonzalo Jiménez, docente de la Escuela de Ingeniería UC. CEO de Proteus Management & Governance.

La innovación necesita a la creatividad, y la creatividad crece en los nuevos espacios que genera la innovación. Distintos conceptos, pero intrínsecamente conectados. Cuando se encuentran la creatividad y la innovación hay un horizonte común: la transformación. Juntas permiten que una idea se vuelva acción y que el mundo cambie con sus aportes.

Ningún negocio puede avanzar sin innovaciones, la innovación actúa como catalizador para el crecimiento y el desarrollo. Pero la creatividad, esa inteligencia divirtiéndose, es la que permite crea lo nuevo a partir de la imaginación. Otra diferencia es que la creatividad le gusta bailar sola, mientras que la innovación implica un trabajo colectivo. Por lo tanto, aunque se rozan y regalonean tienen enfoques distintos: mientras la creatividad libera la mente para concebir lo nuevo, la innovación se focaliza en implementar cambios concretos.

La innovación le toma la mano a la creatividad que camina adelante. De ese encuentro podrá nacer un nuevo producto, proceso o tecnología. No por casualidad, en el mundo educacional, la creatividad y la innovación (CEI) son una pareja consolidada y se definen como una competencia. Se busca que los estudiantes utilicen conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan pensar y trabajar de manera novedosa, adaptar ideas anteriores a situaciones originales en áreas que la requieran.

Con el dolor por el inicio de una nueva guerra en el mundo, más todos los otros desafíos que tenemos, el camino que traza la creatividad y la innovación parecen ser un espacio de esperanza. Ahí los verdaderos enemigos son: no escuchar a los demás y a uno mismo, miedo a equivocarse, control excesivo, poca motivación, autosuficiencia, falta de confianza, rutinas que nos aplastan, racionalismo limitante, superficialidad dilatante, miedo al cambio y prejuicios que nos aferran a lo que ya conocemos.

Las innovaciones marcan diferencia, son colaborativas, generan beneficios y son procesos que deben ser sostenibles en el tiempo. Dadas las circunstancias actuales requerimos, más que nunca, que las innovaciones sean sociales y que a la creatividad la guíe una imaginación constructiva hacia un mundo mejor para todas y todos. De ese matrimonio, no nos podemos perder la fiesta.