Fuente: El Mercurio

Gustavo Lagos
Profesor Titular del Departamento de Ingeniería de Minería UC, especialista en Economía de Minerales y Medio Ambiente en Minería.

La pandemia covid-19 ha colocado a todos los mercados de commodities en una situación inédita, ya que tiene efectos simultáneos directos sobre la demanda y también sobre la oferta.

Las proyecciones del precio del cobre para 2020 que se han hecho en semanas recientes por parte de bancos de inversión, empresas y organismos especializados, nacionales e internacionales (OE), son sobreoptimistas, ya que consideran fundamentalmente la situación de China, y estiman como cuasi estáticas la condiciones de EE.UU. y Europa, cuestión que sabemos que no es efectiva. Además, se consideró en estas proyecciones de precio una producción de cobre de mina que ahora sabemos que tampoco es realista.

La proyección de demanda de cobre realizada a principios de marzo por estos OE fue que en el peor de los casos China reduciría 4% su consumo de cobre este año. En base a ello, los OE proyectaban precios del cobre en torno a los 270 centavos de dólar la libra (c/lb) este año.

La situación de pandemia en Europa y los EE.UU., que son los grandes compradores de bienes chinos, reducirá fuertemente la demanda de bienes importados desde China y otros países. Además, el 15 de marzo conocimos que la producción industrial de China cayó 13,5% en enero y febrero pasados, la mayor baja en 30 años. Y si bien China controló el contagio del covid-19, viene ahora una segunda etapa incierta en el contagio futuro. Por ello se puede anticipar que la menor demanda de cobre originada por la producción industrial, la construcción y otras actividades en China, será muy superior a 4%.

En cuanto a la oferta, las proyecciones de los OE seguían las tendencias observadas antes que la OMS declarara la pandemia, hace tan solo una semana.

No hay estimaciones aún respecto del efecto de la pandemia sobre la producción de cobre. Si tomamos, sin embargo, la propagación probable del virus que ocurrirá en Chile, establecida por varios modelos, los que indican que el 1 de abril habrá varios miles de contagiados, es probable que la producción de cobre en varios yacimientos sea fuertemente perturbada o incluso suspendida. Lo mismo debería ocurrir en otros países grandes productores, como Perú, México, Canadá y Australia.

Ahora, si la menor demanda empuja el precio hacia abajo, la menor oferta ejerce el efecto contrario. Y no sería sorprendente que el balance sea que, en uno a dos meses, falte cobre en el mundo, con inventarios cerca de cero. La reducción de la producción podría ocurrir más rápidamente que la reducción de la demanda, ya que las fuentes de producción de cobre están concentradas en muchos menos sitios que el consumo. Las 10 minas más grandes del mundo, de las cuales hay cuatro en Chile, tres en Perú, una en México, una en EE.UU. y una en Rusia, producen el 29% del cobre de mina del mundo en 2020.

Ya el 17 de marzo, hay muchos casos de trabajadores y profesionales que han sido bajados de las minas de cobre en el país, por sospecha de contagio. Pero igual va a tomar algún tiempo antes que se produzca la perturbación de la producción minera en Chile y Perú.

Mientras tanto, ¿hasta cuánto puede bajar el precio del cobre? La historia muestra que en las peores crisis económicas, el precio promedio anual del cobre se derrumbó hasta dejar en situación de pérdidas económicas de operación (disponibilidad de efectivo) a un cuarto de la producción mundial. Estamos aún lejos de llegar a esos niveles. Con un precio de cerca de 240 c/lb hasta el viernes pasado, ello generaba pérdidas de operación a menos de un 10% de los productores del mundo. Pero si contabilizamos las pérdidas totales, incluyendo la depreciación y los costos financieros, este número crecía a cerca de 30%.

Entonces, ¿qué pasará con el precio del cobre este año? La estimación es que los efectos de la menor producción de la que probablemente seremos testigos, podría contrarrestar las pérdidas de demanda, generando un aumento del precio en los próximos meses. Ello beneficiaría a los que logren seguir produciendo. Hay que considerar, por supuesto, que en las condiciones en que se encuentra el mundo hoy, es prácticamente imposible proyectar con algún grado de certeza la demanda y la oferta global futura de cobre este año.