Columna de opinión de Hernán de Solminihac, jefe de programa del Diplomado en Administración y Dirección de Proyectos.

El impacto negativo de la crisis generada por el covid-19 sobre la economía mundial, considerada la peor que ha vivido el mundo en casi un siglo, ha generado incertidumbre en la inversión y en el empleo, condiciones claves en el sustento y desarrollo de las familias.

En junio de 2020, el Fondo Monetario Internacional o FMI previó que la economía mundial se contraerá un 4,9% en 2020 por la pandemia (corrigiendo en -1,9% el pronóstico realizado en abril), y advirtió que sus previsiones están condicionadas por una «incertidumbre extrema» y que podrían terminar siendo peores.

Al indicar en general las formas en que los países deberían manejar las recesiones y los tiempos de crecimiento económico más débil, el FMI dijo que es imperativo invertir en sistemas de salud, infraestructura, tecnologías bajas en carbono, educación e investigación para mejorar el crecimiento de la productividad, que ha estado en una tendencia más bien a la baja.

En este sentido, un reciente reporte de la organización financiera internacional recomienda a los países de todo el mundo aprovechar las bajas tasas de interés para invertir en infraestructura pública y otros proyectos.

Lo anterior, sin duda, representa una buena oportunidad para atenuar el impacto de la pandemia en la fuerza laboral y en el crecimiento económico, considerando sus negativas estimaciones para este año.

Hace unos seis meses, el FMI esperaba un crecimiento positivo del ingreso per cápita en más de 160 países miembros. Sin embargo, hoy proyecta que más de 170 países experimentarán un crecimiento negativo en 2020.

En paralelo, un estudio de la Organización de Naciones Unidas dijo que el 81% de la fuerza laboral mundial, estimada en 3.300 millones de personas, se encontraba con su trabajo parcial o totalmente cerrado como consecuencia de la pandemia.

Reactivando la economía

La experiencia en inversión pública en infraestructura ha demostrado ser una política y herramienta efectiva para atenuar el impacto negativo que tienen las crisis sociales y económicas en los trabajadores. De ahí la importancia que podrían tener las actuales tasas de interés, que son bajas durante largo tiempo, porque presentan una oportunidad para impulsar la inversión y creación de empleos.

Las grandes obras de construcción generalmente contemplan una inversión de mediano y largo plazo. Sin embargo, el actual escenario demanda soluciones en el corto y mediano plazo, que logren tener un impacto en el empleo.

La inversión pública de calidad podría ayudar significativamente a cumplir dicho objetivo, cuyas obras intensivas en construcción de caminos básicos, viviendas sociales y en infraestructura pública, por ejemplo, posean rentabilidad social positiva y promuevan la reactivación económica del país.

Para que la inversión en obras públicas se convierta en un cimiento en esta tarea, no sólo se debe construir por construir. También es indispensable un uso eficiente de los recursos públicos, si lo que se busca es impactar y mejorar la calidad de vida de las personas, así como proteger el empleo.

El año 2013, la Dirección de Presupuestos publicó un estudio que permitió estimar econométricamente el número de empleos asociados a inversión pública, de forma de anticipar el impacto de los proyectos en el empleo. Dicho estudio permite estimar que, por cada millón de dólares de aumento en la inversión en obras públicas, se generarían unos 28 nuevos empleos.

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