Actualmente se requiere de una serie de soluciones tecnológicas que nos permita ser más eficientes a la hora de detectar brotes, además de tener la trazabilidad de contactos con los casos contagiados o sospechosos. En esta nota publicada por LUN, el profesor del Diplomado en Internet of Things y la Industria 4.0, Christian Oberli, habla sobre las dificultades que esta nueva tecnología conlleva en cuanto a la privacidad de sus usuarios. Léela completa a continuación.

En época de pandemia, la palabra “contacto” deja de ser sinónimo de “pituto” o el apellido de esos lentes que no tienen marco y que se usan directamente en el globo ocular.

La guía Supervigilancia Global para Covid-19 que publicó la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 20 de marzo, define “contacto” como una persona que experimentó cualquiera de las siguientes situaciones con un “caso confirmado o sospechoso”, entre dos días antes y 14 días después de que sea decretado como tal: contacto cara a cada a menos de un metro por 15 minutos, contacto directo físico, cuidado directo de un paciente sin usar equipamiento personal adecuado y otras situaciones indicadas por las evaluaciones de riesgo locales.

Cuando una persona es diagnosticada con Covid-19, el centro asistencial le pregunta cuáles fueron sus “contactos” y la respuesta es la familia, los compañeros de trabajo. ¿Qué pasa con la cajera de la panadería, con el taxista que nunca más volverá a ver, con la persona que estaba delante en la cola de la farmacia y que ni siquiera recuerda cómo vestía? Quizás se hayan contagiado y deban estar en cuarentena, pero no hay cómo ubicarlas.

Un equipo liderado por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) está desarrollando un sistema que facilita encontrar esas personas y que se llama Private Automated Contact Tracing (PACT) o Rastreo Privado y Automatizado de Contactos. ¿Cómo funciona? Era que no. Con los celulares.

Cuando uno de estos teléfonos tiene el Bluetooth activado, emite una señal que es captada por los celulares que están cerca y viceversa. Esas señales son únicas y quedan registradas en los aparatos en la forma de códigos que se llaman chirps. Cuando una persona es diagnosticada con Covid-19, los chirps que ha detectado su su celular en las últimas dos semanas serían descargados a una base de datos en una nube. Cualquier otra personas entonces podría conectarse y comprobar si la señal que ha emitido su celular está en esa lista. Así podría saber si estuvo cerca de una persona contagiada y tomar medidas.

Los investigadores prometen resguardar la privacidad. “Para estas transmisiones, estamos utilizando técnicas criptográficas para generar números aleatorios y rotativos, que cambian constantemente su ID y que no se pueden rastrear hasta un individuo”, dijo a MIT News Ron Rivest, profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación de ese instituto.

El sistema incluso puede determinar qué tan cerca estuvo un celular de otro y por cuánto tiempo, gracias a la intensidad y la duración de la señal Bluetooth.

“La pregunta es ¿cómo se puede usar un teléfono móvil para registrar contactos con otras personas, pero no revelar quienes fueron esas otras personas y ni dónde ocurrió el contacto?” dice Christian Oberli, ingeniero civil industrial y académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Católica.

“El problema es que esto establece una brecha de privacidad, porque queda en evidencia cuál es el lugar donde ocurrió el posible contagio, queda en evidencia quiénes son las personas que intervinieron. Con esta información uno podría hacer minería de datos, entrar a Facebook y ver qué es lo que publicó esta persona antes y después de ese momento, saber en qué estaba, ver algunas fotos, ver cámaras de seguridad…”, agrega.

De todas maneras, asegura que la idea tiene sentido, siempre que se resguarde la privacidad. “El concepto es que uno instala una aplicación que va transmitiendo distintos códigos, que van variando en el tiempo y que no permiten ser asociados con su origen, es decir no permiten decir ahh, este código salió del celular de tal persona”, explica.

César Azurdia, ingeniero civil eléctrico y académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Chile, dice que la privacidad es posible a nivel técnico. “La generación de estas señales que les llamamos chirps son completamente seudoaleatorias. La estamos enviando en forma periódica, pero en cada período es una secuencia diferente. Mi teléfono va a ser capaz de almacenar todas las señales de teléfonos externos, sin saber quién las transmitió”, explica.

No es cuestión de llegar y usar directamente los chirps que genera el Bluetooth. “Todavía no está desarrollado el tema de la privacidad. Eso es lo que están trabajando ahora en el MIT. Están construyendo sobre lo que ya existe”, cuenta.