PALABRA EXPERTA
Josefina Arancibia C., profesora de los programas de Ingeniería UC: Diplomado en Lean Project ManagementDiplomado en Liderazgo y Gestión Lean, y Diplomado en Gestión de Operaciones (incluye enfoque Lean).

 

Durante esta pandemia nos hemos visto enfrentado a diferentes desafíos adaptativos, que van más allá de buscar «la» solución que nos permita salir adelante. En ese sentido, contamos con ciertas luces, y por más que quisiéramos pensar que tenemos el control de la situación, estamos lejos de eso.

Y es así como nos encontramos frente un deseo, un propósito que es salir de esta pandemia de forma exitosa, salir a las calles, volver a trabajar, volver al transporte público, volver a las plazas, en fin, un volver. Sin embargo, con el correr de las semanas, hemos ido comprendiendo que ese volver será un volver diferente, quizás ya no habrá un volver a lo mismo, lo cuál no tiene que ser algo necesariamente malo si sabemos sacarle provecho a esta nueva forma de vivir.

En un comienzo, nuestra mente se resistió a pensar que este virus nos atacaría como nos atacó. Estuvimos varias semanas negando, resistiéndonos. Había algunos más conscientes que se adelantaron y comenzaron a mandarnos a las casas, como si el problema terminara ahí. Con el tiempo, nos dimos cuenta que no se trataba de sólo irse a las casas, sino mantener un equilibrio precario, entre tantos factores, como es la salud, la economía, la salud mental, el transporte, las personas vulnerables entre tantos otros. Varios tuvimos que volver a nuestras casas y abordar el trabajo a distancia, sin mayor preparación, con las herramientas que cada uno contaba en ese momento. Aparecieron las personas que veíamos a diario a través de los computadores, parte de la casa se transformó en cubículos de teletrabajo y para los que somos padres, en salas de clases.

Hace dos semanas, observé a mi alrededor. Miré como de una semana a otra se apilaron en la mesa del comedor muchos libros, hojas, lápices. Todo estaba mezclado, el computador era una herramienta de trabajo compartida entre todos, donde además, cada uno tenía diferentes reuniones y clases a distancia que interferían con el espacio del otro. Entre medio de esto, una de mis hijas comenzaba con una pataleta porque no podía manejar bien las tareas a distancia y se frustraba una y otra vez. Miré esa escena y debo reconocer que tuve una sensación de caos, de no saber que priorizar. Ese comedor representaba nuestras mentes, nuestra confusión frente a esta nueva realidad, una gráfica representación de lo que estábamos viviendo, una pérdida de rumbo colectivo.

Fue entonces cuando pensé que podrían existir nuevas formas de organizarse y buscar técnicas que permitan gestionar los ambientes de la casa y el teletrabajo de una forma más armónica. Con esto no quiero decir que todo estará ordenado, ni menos hablar que tendremos el control de todo, ya que estamos lejos de eso, cosa que puede ser uno de los grandes aprendizajes que nos está dejando esta pandemia. Sólo es un comenzar, subir los primeros escalones de este desafío que nos presenta la vida como humanidad, un comenzar a organizarse de una nueva manera.

Acá les dejo algunas técnicas simples de implementar y que pueden hacer una diferencia a la hora de trabajar a distancia. Varias de ellas las aplicamos en los cursos de efectividad personal que realizamos en el Diplomado de Lean Project Management de Ingeniería UC.

1. Generar quiebres en las rutinas
En general las personas que experimentan una “cuarentena” tienen la sensación de vivir “El día de la marmota”, aquella película ochentera en que el personaje vivía una y otra vez el mismo día. Para evitar esto, es clave contar con “quiebres” en nuestras actividades. Por ejemplo, organizar la semana donde cada día se prioricen actividades diferentes. Otra forma de generar quiebres puede ser organizando actividades distintas entre la semana y el fin de semana.

Las rutinas también son un aspecto clave, sobre todo para los niños que necesitan contar con hábitos y situaciones que le generen una sensación de estabilidad ahora más que nunca. Por ejemplo, establecer tiempo de estudio, de recreación, sueño, juegos etc.

2. Establecer objetivos realistas y alcanzables
Es normal que nuestra cabeza nos engañe y pensemos que es posible hacer todo lo que teníamos planificado, ojo con la “falacia de la planificación”. Es importante tomar conciencia que muchos procesos pueden demorarse más tiempo, sobre todo porque algunos se están haciendo cargo de las labores domésticas además de las laborales. Puedes chequear cuantas actividades planificadas lograste, partiendo por las prioritarias. “Menos es más”.

3. Cambia de espacios
En la medida de lo posible, define espacios para las diferentes actividades. Por ejemplo, si vas a usar el living como estación de trabajo, evita comer o realizar otras actividades en el mismo lugar. No importa que no cuentes con mucho espacio, es increíble como podemos ir organizando rincones y darles diferentes usos. Idealmente, evita trabajar desde el dormitorio. El cerebro asocia los diferentes espacios con sensaciones y estados emocionales, mezclar ambientes genera confusión.

4. Trabaja en un espacio ordenado
Trabajar en espacios que cuenten con un orden adecuado, ayuda a focalizarse y te permite contar rápidamente con lo que necesitas. Antes de realizar una actividad preocúpate de tener todo lo que necesitas, así evitarás pararte constantemente, y decir ¿Qué estaba buscando?

5. Gestiona el tiempo y has pausas
Varias personas a las que realizo coaching, me han comentado que este ítem es uno de los más difíciles de llevar a cabo en estos momentos, y es por esto que el teletrabajo mal llevado puede ser un método engañoso de libertad. En ese sentido, las personas permanecen trabajando más horas de las necesarias dado que no hay horarios ni pausas. Es importante darse espacios para descansar o hacer algo diferente. Así mismo es importante ponerse un límite de hora para dejar de trabajar y literalmente, “desconectarse para conectarse».

6. Escribir pendientes
Escribir es uno de los métodos más efectivos con que cuenta el cerebro para priorizar. Escribir elimina el “ruido mental” y la sensación de pendientes. En estos momentos de incertidumbre les recomiendo tener una libreta para anotar diferentes pendientes. Algo que me ha dado resultado es escribir los “pendientes importantes”, en los que hay que focalizarse y realizarlos ¡ya!. Luego, los “pendientes que tengo que posponer” que son aquellas actividades que no puedo realizar dado la situación actual, pero que es posible reagendar y visualizar en el futuro.

7. Volver a encontrar el norte mediante pequeños pasos
Podría mencionar que este punto es el más sensible de abordar, debido a la pérdida de norte generalizado que estamos viviendo como personas y como humanidad. Perder el norte, es una sensación incómoda, que nos saca de nuestro estado de confort y seguridad. Sin embargo, también es una oportunidad para reinventarse, para crear, para tomar fuerzas que antes no teníamos.

Hemos visto como en este tiempo muchas personas han tenido que aprender de tecnología, (incluyéndome) y como la curva de aprendizaje se ha acelerado en cosa de meses. Cuando vemos que necesitamos algo para nuestra subsistencia, se abren nuevos canales de aprendizaje y se bajan las barreras que no nos dejaban avanzar.

Lo que sí, para volver a tomar el timón, es fundamental subir de a un escalón a la vez, ya que, lo que nos está mostrando esta pandemia es aprender que por muy grandes que nos sintamos, somos más vulnerables de lo que creemos, que por más controlada queramos tener nuestra vida, hay cosas que no dependen de nosotros. Y que frente a tanta proyección es mejor vivir el hoy.

Te invitamos a conocer y postular al Diplomado de Lean Project Management  que inicia las clases el 31 de julio. Ingresa aquí.