01 diciembre 2022
EDITORIAL
Claudia Halabí, Directora de Educación Profesional de Ingeniería UC.
Ph.D. en Economía, U. de Georgia.
¿Cuál es tu ventaja competitiva? ¿Por qué te querrían a ti y no a otra persona en la organización? ¿Tienes una estrategia para desarrollar una ventaja competitiva? Estas son preguntas que uno, usualmente, analiza para desarrollar la estrategia competitiva de la organización. En ese contexto, una firma posee una ventaja competitiva frente a otros cuando, a igualdad de condiciones, obtiene una retribución económica mayor que las demás. Pankaj Ghemawat y Jan Rivkin, en su artículo “Creating Competitive Advantage” (2006, HBS), reflexionan respecto de cómo crear esta ventaja competitiva.
Al respecto, los economistas distinguen dos ideas principales: primero, que la organización debe configurarse para realizar algo único y valioso. Es decir, si desapareciera, alguien la debiera extrañar. Si “agrega valor”, entonces sería difícil reemplazarla fácilmente por otra. Mientras mayor es el valor que la firma agrega, más importante es el potencial para gozar de excedentes superiores.
Segundo, según los autores, “la ventaja competitiva usualmente proviene de un rango completo de las actividades de la organización, interactuando en armonía, desde la producción, hasta las finanzas; desde el marketing, hasta la logística”. Este conjunto de actividades la distingue de sus rivales y la hace más productiva, con menores costos para una misma propuesta de valor, o con los mismos costos (o, incluso, levemente superiores) para una propuesta de valor mejorada. Las compañías más exitosas poseen ventajas duales: menores costos y productos altamente valorados.
Nos guste o no, en la vida todo compite por recursos escasos. Compiten las empresas por clientes limitados, compiten las personas por las relaciones amorosas, compiten los colaboradores por una vacante disponible para un ascenso, por mencionar algunos ejemplos. Es decir, la competencia ocurre en todo ámbito, no solo en el profesional, sino que también en el personal. Es así como, en la mayoría de los puestos de trabajo, la ganancia de uno (el haber sido elegido) es la pérdida de otro (quien no salió elegido).
Ante esta competencia, vale la pena analizar nuestro potencial para ser y continuar siendo empleables y gozar de beneficios superiores, tanto pecuniarios, como no pecuniarios. Para obtener respuestas, podemos utilizar el marco desarrollado por Ghemawat y Rivkin, y las dos ideas descritas.
Analicemos entonces, en qué somos únicos y por qué sería difícil reemplazarnos. Si no lo somos, trabajemos en una estrategia para serlo. Quizás esta lista, no exhaustiva, ayude:
Primero que todo, cómo son nuestras relaciones interpersonales, tolerancia, paciencia, empatía, todo lo que se traduce en características atractivas respecto de la comunicación, el liderazgo y el trabajo en equipo.
Segundo, capacidad de trabajo, perseverancia, deseo, aptitud y rapidez para aprender.
Tercero, identificación con la organización y conocimiento de esta, tal que sea más probable calzar con la cultura de la empresa.
Cuarto, el conjunto de talentos y dotes personales, como el deporte, la música, la lectura, y muchos otros que nos hacen tener una mirada especial hacia los problemas y desafíos.
Quinto, la dotación de estudios y experiencia que contribuyen al negocio de la compañía.
Con lo anterior, hay reflexionar qué área, qué clientes, qué proveedores, qué compañeros y qué jefatura nos extrañaría si nos fuéramos. Si la respuesta es “nadie”, estamos en serios problemas. Esta reflexión nos ayudará a reforzar lo que identifiquemos como la ventaja competitiva que poseemos o que deseamos lograr.
Otro aspecto al que se refieren los autores es el conjunto de atributos, logros, estudios, características de personalidad que, interactuando entre sí, hacen beneficioso contar con ese colaborador. Gracias a esa combinación se logra un todo que supera la suma de las partes. Una combinación determinada puede ser difícilmente replicable, lo cual refuerza la ventaja competitiva.
En conclusión, para lograr una ventaja competitiva y agregar valor en una organización, debo lograr un conjunto de atributos que me hacen único y querido. Para lograrlo, ¿qué mejor que partir identificándolos y realizando un análisis de quién soy y qué puedo lograr? Y a partir de ello, construir una estrategia ganadora que me llevará por un camino mucho más fluido hacia el logro de mis objetivos.