Fuente: Centro de Innovación UC

Columna de Pedro Bouchon, Vicerrector de Investigación UC y presidente del Consejo Directivo del Centro de Innovación UC. La publicación original fue realizada el 08 de abril en El Mercurio.

Hace pocas semanas, Fast Company lanzó la versión 2021 del conocido ranking de las compañías más innovadoras del mundo. La premisa era de esperar: los innovadores de hoy responden a una sociedad reconfigurada en la sombra de una impactante pandemia mundial. Pero más allá del liderazgo de las empresas que han provisto al mundo de vacunas, los aprendizajes de las compañías galardonadas no son propios de industrias marcadas por el covid-19, sino que corresponden, más bien, a una cultura cuyo propósito tan solo se ha vuelto más evidente.

Es importante destacar que los avances y aprendizajes de estas organizaciones son reflejo de una cultura que apalanca la creatividad y la toma de riesgos, independiente de los tiempos de crisis. Para prosperar a la par con nuevas tendencias, estas instituciones demostraron estar abiertas a colaborar con otras empresas, implementar nuevas capacidades y poner en marcha nuevos modelos de negocio.

En otras palabras, liderazgos que reconocen la innovación como un elemento habilitante para su quehacer, y que están comprometidos con ella para garantizar la sostenibilidad del negocio. Afortunadamente, esta cultura la estamos encontrando con mayor frecuencia en empresas chilenas. El reciente «Innovación made in Chile” relata experiencias de empresas de diversos sectores productivos, que impulsaron, desarrollaron e instalaron una estrategia de innovación. A través de sus testimonios, contribuye a la evidencia disponible para visibilizar las oportunidades y desafíos que conlleva la gestión de la innovación y así fomentar una nueva cultura en Chile.

Para lograrlo, el compromiso desde la alta gerencia es fundamental, y es muy relevante comprender que en este proceso la tecnología es un acelerador y no un fin en sí misma. No se debe perder de vista, como expone Jim Collins en suya clásico libro «Good to Great”, que el éxito de las grandes empresas proviene de sostenidos empujes incrementales, que están en función de una estrategia que se funda en comprender en qué podemos ser los mejores. esto, sin anteponer con ansiedad la inclusión de nueva tecnología solo por el temor de no adoptarla, sin que esta forme parte de un plan de acción global. Y si la oportunidad se detecta y es congruente, ser pioneros tecnológicos, con rapidez y foco.

La constancia de la mejora continua permite ver resultados que motivan e impulsan los siguientes empujes, generando un círculo virtuoso de motivación y progreso, aprovechando las oportunidades que ofrece el entorno a través de un antenaje tecnológico sistemático y ágil. Esta cultura de innovación permanente permite enfrentarlos desafíos y aprovechar las oportunidades con flexibilidad, con un norte claro.

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