EDITORIAL

Claudia Halabí, Directora de Educación Profesional de Ingeniería UC.
Ph.D. en Economía, U. de Georgia.

A pesar de los altibajos experimentados en los últimos tres años y medio, Chile continúa manteniendo su potencial como modelo a seguir para nuestros vecinos. Su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita sigue siendo el más alto de la región, habiendo casi triplicado su valor entre 1990 y 2015. Según los datos más recientes publicados por el Banco Mundial correspondientes al año 2021, el PIB per cápita, corregido por la paridad del poder de compra, alcanzó los 28.368 USD en Chile, superando a países como Argentina (23.649,7 USD), Costa Rica (22.526,4 USD), México (19.578,4 USD), Colombia (16.884,7 USD), Brasil (16.031 USD), Paraguay (15.037,2 USD), Perú (13.748,5 USD) y Bolivia (8.846,1 USD). Estos datos destacan el sólido desempeño económico de nuestro país, en comparación con sus vecinos.

Sin embargo, la persistente desigualdad sigue siendo un importante desafío que debe abordarse de manera efectiva, ya que excede ampliamente los estándares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Para disminuirla, es necesario adoptar un enfoque sólido mediante la creación de condiciones que garanticen igualdad de oportunidades y acceso a una educación de calidad, en lugar de depender de la entrega de subsidios. En este sentido, la educación continua se presenta como una opción interesante para contribuir al impulso del crecimiento y desarrollo económico con equidad.

De hecho, la educación continua entrega la posibilidad de adquirir nuevas capacidades, conocimientos, habilidades y/o herramientas, mejorando las oportunidades en el mercado laboral, incluso para aquellos que no tuvieron la opción de cursar una carrera universitaria o profesional de manera convencional. Representa una alternativa y/o complemento flexible al ante el título académico tradicional, permitiendo adquirir aptitudes y talentos reconocidos por instituciones acreditadas y confiables que forman parte del mismo sistema educativo que otorga los grados académicos. Se puede acceder a la educación continua a través de la participación en seminarios, cursos, diplomados y programas de formación, con distintas duraciones y modalidades, el universo es muy amplio.

Por otro lado, con los cambios que experimenta el mundo actual, es importante fomentar una cultura de innovación en todas las organizaciones, tanto públicas como privadas, grandes, medianas y pequeñas.

Esto implica crear un ambiente propicio para la generación y desarrollo de nuevas ideas que desafíen el statu quo. La creatividad, el pensamiento crítico, la disposición al cambio y la toma de riesgos son elementos clave para promover la cultura innovadora. En este contexto, cobra nuevamente protagonismo la importancia del «aprendizaje permanente» (longlife learning) a través de la educación continua.

El «aprendizaje permanente» y la contribución que puede hacer la universidad desde la multidisciplina, que se puede lograr a través de la educación continua, es esencial para adaptarnos a los rápidos y constantes cambios del entorno económico, político, tecnológico, ambiental y social, y contribuir al bienestar de las personas y progreso. Tanto las personas, como las organizaciones, deben comprometerse con la actualización y adquisición continua de conocimientos y habilidades. Esto nos permitirá enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que se presenten en el camino hacia un futuro próspero y equitativo para todos los chilenos.

En resumen, es fundamental confiar en el potencial de Chile para impulsar su crecimiento y desarrollo. Debemos trabajar en la reducción de la desigualdad, a través de la igualdad de oportunidades y la educación de calidad. Además, fomentar una cultura de innovación y reconocer la importancia del «aprendizaje permanente», nos permitirá enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades en nuestro camino hacia un futuro próspero y equitativo para todos los chilenos.