Columna de Ricardo J Hernández, Ph.D. en Diseño Sostenible de Sistemas Producto Servicio de la Universidad de Loughborough. Profesor Asistente de la Escuela de Ingeniería DILAB – Escuela de Diseño. Director Académico del Diplomado en Ingeniería, Diseño e Innovación de la UC.
Estamos viviendo épocas difíciles. Problemas históricos en áreas de la salud, educación, medio ambiente y vivienda, entre muchos otros, se han visto exacerbados por la pandemia del covid19. Y hoy más que nunca se hace necesario buscar soluciones innovadoras, sostenibles y transformadoras para asegurar un futuro próspero y una relación armónica, entre el ser humano y su entorno natural y social.
Sin embargo, sería incorrecto pensar que estos problemas surgieron de un momento a otro. En el caso particular del daño ambiental y las inequidades sociales vinculadas a la linealidad del modelo de producción y consumo reinante, ya en los años setenta se reconocía que la acelerada industrialización del siglo veinte, junto a otros factores como el rápido crecimiento de la población mundial, tenían relación directa con el deterioro ambiental que se empezaba a experimentar y que hoy sabemos fueron los inicios del cambio climático que estamos viviendo. Desde entonces se empezó a hablar de los altos niveles de polución en el aire, la contaminación de los ríos y los océanos, la sobre-explotación de recursos renovables y no renovables, el calentamiento global y el daño de la atmósfera. Aunque hubo detractores a la idea de que las acciones humanas podían afectar fenómenos globales como el clima, la evidencia científica ha mostrado que no solo tenemos esa capacidad de impacto, sino también que muchos de esos efectos podrían ser irreversibles y catastróficos.
Desde esos años setenta se han hecho esfuerzos significativos para mitigar los daños y las ineficiencias de nuestro sistema de producción y consumo, para lograr así una transformación hacia un modelo de desarrollo más sostenible, justo y equitativo. Estos esfuerzos multidisciplinarios se han materializado en la generación de políticas públicas, el desarrollo de programas de educación, la definición de marcos regulatorios, el cambio en la operación industrial y la aparición de nuevas tecnologías. Son muchos los retos, pero también muchas las oportunidades para desarrollar soluciones que mejoren la calidad de vida del ser humano y aseguren que las generaciones futuras también van a tener la capacidad de satisfacer sus propias necesidades, como se enunció al final de la década de los ochenta cuando se acuñó el concepto de desarrollo sostenible.
En el desarrollo de esas soluciones se reconoce el diseño como disciplina que puede desempeñar un papel fundamental para entender el contexto, identificar oportunidades y desarrollar los productos, servicios y sistemas que van a resolver las problemáticas asociadas. El diseño ha evolucionado rápidamente en las últimas décadas, desde su concepción tradicional asociada a la forma y la estética de las cosas, hasta visiones y usos más estratégicos en la transformación de nuestro modelo de desarrollo. Esta evolución se ha visto en áreas como el diseño de servicios públicos, liderado particularmente por países del norte de Europa; el diseño para la sostenibilidad con desarrollos como el eco-diseño, los sistemas producto-servicio y el diseño cradle-to-cradle; y en temas de inclusión con modelos de diseño participativo y co-diseño, entre otros. Navegar un proceso de diseño en contextos diversos requiere de competencias relacionadas con el manejo de la incertidumbre, la resolución de problemas, el trabajo colaborativo, la creatividad, y el uso efectivo de herramientas visuales, entre otras, que son muy valoradas para hacer frente a la alta complejidad de las realidades que estamos viviendo.
En el Diplomado de Ingeniería, Diseño e Innovación (D-IDI), usamos diferentes herramientas propias del diseño para estudiar contextos, caracterizar los requerimientos de los usuarios, identificar oportunidades y proponer soluciones innovadoras. Centramos nuestros esfuerzos en que los estudiantes desarrollen una visión crítica sobre el proceso de diseño, reconozcan su potencial y sus limitaciones. Trabajamos en áreas como visualización de datos, tecnologías de fabricación, investigación cualitativa y prototipado, para acercar a los estudiantes a las herramientas que les van a permitir gestionar de forma exitosa un proceso de diseño, desde la identificación de una oportunidad, hasta el desarrollo de las ideas de solución. Perseguimos de forma implícita que las soluciones que se desarrollen en los proyectos del Diplomado tengan una visión de responsabilidad social y ambiental necesaria hoy en día en cualquier tipo de propuesta que quiera tener posibilidades de desarrollo a futuro.
Sabemos que necesitamos un nuevo modelo de desarrollo que considere no solo aspectos económicos como variables de decisión. Precisamos crear valor ambiental, valor social y rentabilidad económica, a través de nuestros proyectos. Tenemos que ser innovadores, responsables y ambiciosos en la búsqueda de un futuro sostenible. Son muchos los retos y, en ese sentido, muchas las oportunidades de intervenir usando el diseño, la tecnología y la investigación como herramientas de cambio. Estamos viviendo una transformación hacia una Economía Circular que va a cambiar radicalmente nuestra forma de vida, y tenemos entre otras directrices a los Objetivos de Desarrollo Sostenible enunciados por Naciones Unidas para orientar la transformación y priorizar nuestros esfuerzos. Depende de nosotros asumir una actitud pasiva frente al llamado o tomar acción y convertirnos en lideres de esta transformación.
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