EDITORIAL
Claudia Halabí, Directora de Educación Profesional de Ingeniería UC.
Ph.D. en Economía, U. de Georgia. Ingeniero Comercial y Economista, U. de Chile.
Es usual que un profesional que desea continuar sus estudios esté dudoso entre hacer un MBA o un diplomado. Si bien su motivación fundamental está en desarrollar una carrera profesional de forma exitosa, su interrogante es encontrar el camino más apropiado. Ambos tipos de programas no son excluyentes, pero el costo en tiempo y dinero obliga a elegir uno u otro, al menos, en un determinado momento.
Para reflexionar al respecto, dejaremos el costo de los respectivos programas de lado, ya que, si se corrige por el número de horas, este es similar. Un MBA, generalmente, dura alrededor de 500 horas cronológicas, mientras que un diplomado típico, 120. Un MBA, salvo excepciones, equivaldría a 4 diplomados. Por otro lado, la mayoría de los MBA y diplomados en Chile son programas compatibles con el trabajo, tanto en términos de carga académica, como de horarios, por lo tanto, tampoco nos referiremos a este aspecto.
Una de las diferencias más visibles entre ambos programas son las edades o años de experiencia de los participantes, siendo la de los MBA menor. La edad promedio de los estudiantes de los diplomados ofrecidos por Educación Profesional ha fluctuado entre 35 y 36 años. En los MBA, generalmente, los alumnos son más jóvenes. Según lo reportado por algunas casas de estudio en sus folletos, las edades promedio se mueven entre los 28 y 33 años. Esta diferencia no es sorprendente, ya que ambos tipos de programas tienen distintos objetivos.
¿Qué persigue cada programa?
En términos amplios, un MBA busca desarrollar habilidades gerenciales para alcanzar cargos directivos. En este sentido, además de competencias conductuales clave, durante el programa se adquiere una cultura general del mundo de los negocios, y se profundiza en un amplio rango de temas de gestión. Algunas universidades ofrecen una diversidad de asignaturas para que el estudiante elija y arme su plan de estudios. Otras, más pequeñas, tienen currículos sin mucha flexibilidad y el profesional, antes de ingresar, analiza si esa oferta académica calza con sus intereses y habilidades. Muchas veces, el alumno de MBA durante su carrera profesional no se ha especializado en un área determinada.
Un diplomado, en cambio, posee un objetivo de aprendizaje independiente, muy focalizado y específico, el cual es más directo de evaluar en términos de su logro. Los alumnos de diplomados, debido a que poseen una experiencia profesional más larga en los temas, buscan focalizarse y perfeccionarse en ellos, esperando incrementar su dominio y pericia. También buscan especializarse, actualizarse o profundizar en alguna práctica de la profesión.
Respecto a las metodologías de enseñanza-aprendizaje, tanto MBAs, como diplomados, buscan aprender “ensuciándose las manos”, exigiendo a los profesores clases muy aplicadas e, idealmente, prácticas. Sin embargo, esta exigencia es aún mayor en los diplomados que en los MBAs. Si el diplomado no se conecta en forma directa e inmediata con lo que se hace en el día a día en las organizaciones, apuntando a los desafíos que consideran más relevantes, los estudiantes se frustran. Ellos buscan en poco tiempo romper el status-quo en la organización con paradigmas y herramientas más modernas, que prometan ser más efectivas y eficientes que las que se están utilizando. Y, en ese sentido, cada clase les debe abrir un mundo de oportunidades para realizar un aporte real en su día-día laboral. Todo se puede lograr.
Ojalá esta breve elección lo oriente a elegir.