EDITORIAL
Claudia Halabí, Directora de Educación Profesional de Ingeniería UC.
Ph.D. en Economía, U. de Georgia.

Reiterativamente nos consultan cuál es la principal metodología de un curso o diplomado. Nuestra respuesta casi siempre se refiere a las metodologías interactivas con clases teórico-prácticas, donde nos centramos en el estudiante. Esto suena típico, pero no es poco importante y requiere entenderse bien, principalmente, debido a que las personas que participan de diplomados o cursos persiguen especializarse, actualizar conocimientos o profundizar en alguna práctica de la profesión, y la mejor forma de aprender es ensuciándose las manos, es decir, con clases muy aplicadas y prácticas. Si el diplomado no se conecta directa e inmediatamente con lo que se hace en el día a día, los estudiantes se frustran y pierden la motivación.

Entre las metodologías interactivas modernas más efectivas y reconfortantes está el aprendizaje por proyectos y se utiliza para lograr un aprendizaje significativo desde primero básico, hasta niveles de postgrados. Con esta metodología, los estudiantes trabajan -casi siempre- en grupos para resolver creativamente un problema de la vida real, ya sea de su empresa, organización, sociedad, país o incluso de sus propias vidas. Mientras se trabaja en el proyecto, se desarrollan no solo las materias del curso o diplomado en particular, sino que las más requeridas habilidades directivas, como pensamiento crítico, comunicación efectiva, liderazgo y trabajo colaborativo, por mencionar algunas, todas habilidades interdisciplinarias y transversales a toda disciplina, que trascienden hacia otros ámbitos de la vida.

Hoy en día, ante la impetuosa irrupción de la inteligencia artificial, por ejemplo, con ChatGPT (el reciente sistema de chat que utiliza inteligencia artificial) los programas de capacitación y perfeccionamiento requieren diferenciarse con enfoques efectivos en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Un profesor de la Escuela de Ingeniería nos comentó que, al consultarle a ChatGPT acerca de los desafíos en el tema que él trabaja, el chat le arrojó los mismos resultados que él había recogido trabajando varios meses en la revisión bibliográfica y en consolidar los verdaderos desafíos de hoy. Por lo tanto, comprender una materia solamente a través de clases lectivas no basta, pues también sería posible abordarla a través de los múltiples canales que ofrece la Web.

Ante esta realidad a la que nos enfrentamos, se requiere algo más que haga pensar a los estudiantes profundamente, más allá de la tradicional reflexión que genera el escuchar la clase de un excelente profesor. Hoy no basta con “pasar materia”. Incluso el aprender los temas utilizando inteligencia artificial cobra más valor si los aprendizajes se pueden ir aplicando con supervisión de un experto a proyectos que resuelvan los problemas de las organizaciones.

En resumen, con el enfoque de aprendizaje en proyectos, los estudiantes se esfuerzan por resolver un problema real y muchas veces inédito, en forma creativa y novedosa, aplicando lo que van aprendiendo y conectando también con otras disciplinas. Lo anterior es acompañado por un profesor experto que los hace pensar en forma crítica y que los retroalimenta y evalúa. El compromiso de ambas partes -profesor y estudiante- con el aprendizaje se potencia tremendamente, ya que las personas se van sintiendo empoderadas para enfrentar los próximos desafíos, aún desconocidos, que les impondrá el entorno. Una vez que se aprende a través de un proyecto, la metodología es aplicable a otros desafíos y necesidades de las organizaciones.