Por Patricio Lillo, Master of Science, University of Victoria, académico del Departamento de Ingeniería de Minería UC y profesor del Diplomado en Gestión del Negocio y Operaciones Mineras.

Durante los últimos años en la Unidad de Tecnologías del Hidrógeno de la UC junto a Francisco Belmar, hemos participado y colaborado en una serie de iniciativas de hidrógeno verde en el país. Algo que une estas iniciativas es la necesidad de contar con un road map. Esta estrategia requiere una hoja de ruta que defina objetivos de corto, mediano y largo plazo. Desde nuestra experiencia desarrollando estas rutas han de considerarse cinco etapas. Una primera etapa de definiciones y convencimiento interno. Las asimetrías son esperables y normales y estas brechas deben ser abordadas. Una vez niveladas esas asimetrías, es posible contar con herramientas para lograr (o no) el convencimiento interno. Esto es vital para lograr alinear los distintos objetivos dentro de una empresa. La segunda etapa es el levantamiento de oportunidades para el hidrógeno. Como hemos dicho antes; el hidrógeno verde no es la solución para todo. La tercera etapa consiste en definir criterios para seleccionar una o más oportunidades de H2V en las que se centrarán los recursos. Aparecen acá miradas estratégicas, comerciales y técnicas.

La cuarta etapa es entonces la generación de insumos respecto a las alternativas seleccionadas. El propósito de este análisis es producir indicadores técnicos para que la propuesta sea comprendida y defendida internamente, a la vez que deberá estimarse -con incertidumbre variable- la propuesta de valor del hidrógeno. Esto requiere comprender la expectativa de competitividad del H2V respecto a sus alternativas. En otras palabras; ¿bajo qué escenarios de costos, madurez tecnológica y en qué horizontes de tiempo la propuesta se vuelve un caso de negocio?

Como quinta etapa, es recomendable cerrar este primer ciclo delineando al menos un proyecto piloto. Bien puede ser una implementación en baja escala (blending focalizado en instalaciones secundarias), el uso de sistemas de hidrógeno que ya se encuentren disponibles en el mercado nacional (celdas de combustible) o un proyecto de cierre tecnológico (bancos de prueba, cual es el caso de Hydra). Esta definición a su vez dependerá de las visiones estratégicas y comerciales que el proceso descrito acá obliga a generar, cerrando un primer ciclo virtuoso de transformación organizacional.

En lo formal, las actividades descritas arriba habrán concluido con profesionales y técnicos que adqurieron competencias transversales en hidrógeno verde. Además, se contará ya con una hoja de ruta (con proveedores tecnológicos detectados) que contempla hitos, plazos y los recursos necesarios para llevarla a cabo. El siguiente paso es ahora lograr las aprobaciones internas y externas necesarias para conseguir los recursos y compromisos del siguiente paso de la ruta.

¿Qué viene luego? De eso hablaremos más adelante en este mismo espacio y son también algunas de las preguntas que abordamos en nuestro Diplomado de Tecnologías del Hidrógeno impartido desde la Escuela de Ingeniería de la P. Universidad Católica de Chile.