Fuente: Diario Financiero

Industria, academia y gobierno deben trabajar juntos, propiciando la inclusión de nuevas tecnologías en los procesos productivos y así pavimentar el camino hacia la sustentabilidad del sector.

De acuerdo al informe “Mejores prácticas de gobernanza en materia de relaves”, de Cochilco, pese a su impacto positivo en la economía del país, la minería también genera externalidades negativas para el medio ambiente, como su alto consumo de agua, la generación de emisiones y la gran cantidad de residuos.

Como los relaves, que se obtienen luego del proceso de concentración del mineral sulfurado y cuya generación aumenta por varias razones: “leyes de cobre más bajas, mayor cantidad de sulfuros de cobre en comparación a la cantidad de óxidos de cobre, y mayores volúmenes de producción de cobre metálico y concentrado”, dice el estudio de Cochilco. Y según estimaciones de la entidad (2015), al año 2026 se proyectan alrededor de 915,4 millones de toneladas secas anuales de relaves.

El año pasado, el Ministerio de Minería lanzó el Plan Nacional de Depósito de relaves, a fin de establecer directrices para su gestión y revalorizar los que están inactivos y abandonados. Pero no es todo, pues también se suman deshechos que derivan de los productos prioritarios establecidos en la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), como aceites y lubricantes, neumáticos, artículos electrónicos, envases y embalajes, además de pilas y baterías.

Así, sumado al desafío de mantener la productividad en tiempos de crisis, la minería tiene el gran reto medioambiental, razón por la cual el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas, cree necesario trabajar bajo un concepto “verde” y avanzar en la innovación de procesos.

“Una innovación orientada a disminuir, o idealmente evitar, la generación de relaves, y a valorizar los existentes para crear productos que aporten valor a la industria o a otros sectores, como la generación de productos para la construcción, por ejemplo, donde vemos un potencial importante”, acota.

Coordinación “compleja”

Caminar hacia ahí requiere la coordinación “compleja” de la academia y el gobierno, además de la propia industria, dice Álvaro Videla, profesor de Ingeniería de la Universidad Católica (UC) y consultor asociado al Dictuc.

“Se necesitan incentivos hacia el sector, proporcionados por los usuarios finales y los Estados que albergan las operaciones, diferenciando positivamente a aquellos que se hacen cargo de sus residuos y emisiones, de los que no”, plantea Videla, añadiendo que, por ejemplo, los fondos de pensiones en países desarrollados “podrían requerir ciertos estándares y avances en la materia para invertir en estas corporaciones”.

En cuanto a la academia y al ecosistema de emprendimiento, dice que se deben acelerar los procesos de formación de capital humano y de tecnologías que miren los sistemas productivos de una forma distinta, “desarrollando nuevos modelos de negocios y procesos tecnológicos que permitan una transición”.

Controlar y hacer seguimiento a los elementos a lo largo de la cadena productiva “es un gran paso para definir una línea de referencia y buscar mejores significativas en esta materia”, sostiene Videla, añadiendo que sensorización, automatización e inserción de inteligencia artificial en los procesos mineros, “permitirá mejorar la trazabilidad de cada uno de los materiales procesados, requeridos o generados por la minería”.

En esa línea, el director de Desarrollo de Negocios en Minería de Fundación Chile (FCh), Andrés Mitnik, destaca iniciativas como el BHP Tailings Challenge y el Zero Waste Mining, “que están utilizando metodologías altamente innovadoras y comprometiendo decenas de millones de dólares para encontrar las soluciones tecnológicas y los modelos de negocio requeridos para dejar de depositar relaves”.