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Principales diferencias entre los paneles solares térmicos y fotovoltaicos y sus beneficios para los usuarios

17 diciembre 2025


Estas tecnologías permiten aprovechar la energía del sol para producir calor o electricidad, abasteciendo tanto a viviendas unifamiliares como a edificaciones de mayor escala e instalaciones industriales.

De acuerdo con un informe de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (ACERA), en 2024 las energías renovables no convencionales representaron el 38,2 % de la generación eléctrica nacional, con la energía solar fotovoltaica aportando un 19,2 % de ese total.

El desarrollo de tecnologías asociadas a nuevas fuentes energéticas avanza de manera sostenida, lo que vuelve fundamental su conocimiento para los profesionales del área. En este contexto, surge una pregunta clave: ¿cuáles son los principales mecanismos para captar el recurso solar y transformarlo posteriormente en energía utilizable?

“La energía solar térmica y la fotovoltaica corresponden a sistemas de conversión capaces de captar la radiación solar y transformarla en energía útil para la sociedad y la industria”, explicó José Miguel Cardemil, académico del Departamento de Ingeniería Mecánica y Metalúrgica (DIMM) de la Universidad Católica.

Para ello, existen distintos dispositivos diseñados para capturar esta radiación y convertirla en energía limpia, los cuales pueden aplicarse tanto en viviendas unifamiliares como en edificios de mayor tamaño o en procesos industriales.

“En el caso de la tecnología fotovoltaica, existen plantas de gran escala —por ejemplo, instalaciones de 100 megawatts— cuyo objetivo principal es inyectar energía a la red eléctrica y generar rentabilidad. Paralelamente, hay aplicaciones de menor escala, como los sistemas instalados en techos, donde la finalidad es cubrir total o parcialmente la demanda energética del usuario y reducir el consumo desde la red”, detalló Armando Castillejo, también académico del DIMM UC.

En términos de funcionamiento, los sistemas fotovoltaicos están compuestos por múltiples celdas, generalmente fabricadas de silicio. Al recibir la radiación solar, estas celdas generan una corriente eléctrica que puede destinarse al uso directo de equipos, a la carga de baterías o a la inyección de energía en la red eléctrica.

Por su parte, los sistemas solares térmicos operan bajo un principio similar de captación, aunque con un propósito distinto. Según explicó el profesor Castillejo, utilizan colectores solares —de diversa escala— para producir calor, ya sea en aplicaciones industriales, como plantas procesadoras de alimentos, o en edificios y viviendas, donde se emplean para el calentamiento de agua de uso doméstico mediante calderas.

Estos colectores consisten en una lámina metálica recubierta con pintura negra, diseñada para maximizar la absorción de la radiación solar. El calor captado se transfiere a una red de tubos por los que circula un fluido, generalmente agua o una mezcla de agua con anticongelante. A medida que este fluido recorre el sistema, transporta la energía térmica hasta un intercambiador de calor, desde donde se distribuye para su uso final.

Si te interesa esta temática, puedes encontrar más información en nuestros programas: Diplomado en Energía solar térmica, Diplomado en Energía solar fotovoltaica y Diplomado en Almacenamiento de energía.


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