COLUMNA DE OPINIÓN
Patricio Lillo, Profesor del Departamento de Ingeniería de Minería UC. Director de la Unidad de Tecnologías del Hidrógeno y Jefe del Diplomado en Tecnologías del Hidrógeno.

Durante los últimos meses, han salido a la luz en el país numerosas iniciativas relacionadas al hidrógeno verde, tanto desde el sector público como privado. Si hay algo que destaca en estos, es el carácter colaborativo de estos proyectos. Y no hay otra manera. El estado del arte del hidrógeno verde hoy en el mundo requiere esfuerzos coordinados de los distintos agentes para lograr llevarse a cabo. Los desafíos están en todas las etapas de la cadena de valor y abarca el capital humano, el marco regulatorio, y por supuesto los desafíos tecnológicos de la generación, acondicionamiento y transporte de hidrógeno.

La Agencia Internacional de Energía establece una serie de recomendaciones para el desarrollo del hidrógeno verde. Primero, establecer horizontes de largo plazo para la implementación de las estrategias energéticas. A la vez, la agencia recomienda estimular la demanda comercial de hidrógeno verde, desarrollando políticas públicas para la creación de mercados sostenibles de hidrógeno verde. Luego, se recomienda ampliar las cadenas de suministro del hidrógeno verde en todas sus etapas. Por supuesto, se sugiere también acompañar el riesgo de inversiones y proyectos a escala industrial, mediante préstamos, garantías y otras herramientas específicas. Es necesario, de la misma manera, apoyar la investigación y desarrollo. Junto con las reducciones de costos de las economías de escala, la I+D es crucial para reducir los costos y mejorar el rendimiento de las tecnologías del hidrógeno. Las acciones gubernamentales, incluido el uso de fondos públicos, son fundamentales para establecer la agenda de investigación, asumir riesgos y atraer capital para la innovación. Finalmente, la agencia propone que los países participen internacionalmente en la colaboración y articulación del hidrógeno verde, pues se necesita una mayor cooperación internacional en todos los ámbitos.

Una de las aristas de mayor impacto hoy en el mundo del hidrógeno se relaciona con el desarrollo de proyectos pilotos. En este tipo de proyectos las tecnologías salen de los laboratorios para ponerse a prueba en condiciones industriales escaladas. Por definición, suelen ser desarrollos que requieren de financiamiento especial mediante la asignación de recursos directos o bien mediante incentivos tributarios o de financiamiento. Para comenzar, un piloto en hidrógeno verde permite la habilitación del energético en el establecimiento industrial, activando los protocolos y competencias de gestión de riesgo. Solo esta actividad permite adelantar meses, sino años de trabajo para el uso del hidrógeno. En segundo lugar, un piloto, independiente de las cantidades de hidrógeno que se generen o consuman, logra activar la cadena logística completa del hidrógeno a lo largo y ancho de la cadena de valor. Desde el transporte de piezas y partes hasta la logística y mantención de sistemas. Un piloto hoy por hoy aceita la estructura que en el futuro garantizará el uso exitoso del hidrógeno verde. Las posiciones que los distintos agentes tomen en esta etapa del desarrollo de la tecnología mostrará en poco tiempo sus beneficios, formando y consolidando las innumerables competencias que se necesitarán en el sector privado y público para el uso de uno de los energéticos con mayor potencial para Chile.

Chile cuenta con una excelente infraestructura a la cual sacarle provecho para la implementación de estos proyectos pilotos; gasoductos, proveedores tecnológicos, puertos y carreteras. Nuestro país tiene la oportunidad de ocupar un lugar protagónico en esta etapa de la economía del hidrógeno verde que tiene el potencial de cambiarle la cara no solo al país, sino que al mundo.

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