Fuente: Pulso – La Tercera

Por Hernán de Solminihac, Jefe de Programa del Diplomado en Administración y Dirección de Proyectos de Ingeniería UC.

El Banco Central dio a conocer recientemente el Ipom de marzo 2021, cuya nueva proyección de crecimiento para este año se encuentra entre 6% y 7%. Un día después, se anuncian cifras récord de contagios por Covid-19 y, junto con ello, medidas más restrictivas para enfrentar la pandemia, cerrando las fronteras, adelantando el toque de queda, restringiendo la actividad de determinados sectores, aumentando las restricciones de desplazamiento, entre otras.

Sin duda, estas acciones dificultan el escenario económico y social actual, pero bien focalizadas -considerando las repercusiones de sus múltiples aristas- y con el apoyo de todos, permitirán salvar vidas y retomar la actividad económica más temprano que tarde, sin agravar la condición social de millones de familias.

Hemos sido testigos de cómo el funcionamiento de la sociedad ha mutado en apenas un año. Todos hemos experimentado un periodo desafiante e incierto, pero es justamente en estos tiempos adversos, cuando debemos con más ímpetu rescatar lo positivo, aprender de los errores, detectar y aprovechar las oportunidades.

En este sentido, debemos partir por tomar conciencia de la realidad, colaborar y ser responsables en el autocuidado. Luego podremos apoyar en la elaboración e implementación de mejores políticas públicas para avanzar en la resolución de los desafíos pendientes, que esperamos que sea pronto.

Ahora bien, para recuperarnos de manera sostenible y sólida, se debe planificar el futuro que queremos y buscar las mejores líneas de acción para lograrlo. Entre los desafíos estructurales, se encuentra entre otros: el sistema de pensiones, el acceso a la salud y educación, la seguridad, y la recuperación del mercado laboral, temas que son bastante complejos.

Ciertamente, no es el mejor escenario para los grupos más rezagados, mujeres y jóvenes que están experimentando una situación compleja en el mundo laboral, donde conseguir o mantener un trabajo estable y formal parece una tarea enorme. Parte importante de las mujeres abandonaron la fuerza laboral producto de los efectos de la pandemia, dedicando parte de su tiempo a realizar importantes tareas familiares, pero no remuneradas, como el cuidado de terceros.

La situación expuesta es una pérdida de valor para la sociedad y debe ser revertida cuando las condiciones sanitarias lo permitan. Han talento, ambiciones, esperanzas, energía y un enorme esfuerzo tras esas mujeres y jóvenes para aportar al país.

Por lo tanto, es imprescindible preparar el camino para aumentar la participación laboral de mujeres y jóvenes, porque su aporte a la sociedad es muy valioso y, además, necesario para alcanzar el crecimiento económico proyectado. Como sociedad debemos contribuir para transformar las intenciones en acciones, logrando que estos grupos participen en forma significativa en el mercado laboral.