Fuente: La Tercera

Columna de opinión, por Hernán de Solminihac, Director de Clapes UC, Profesor Titular de Ingeniería UC y Jefe del Diplomado en Administración y Dirección de Proyectos UC.

Recientemente una imagen de una caricatura me hizo reflexionar, al ejemplificar lo que sería una respuesta de un padre a un hijo en este contexto de calor y escasez hídrica. La viñeta muestra a un joven que destaca este año como el más caluroso de toda su vida, a lo que su padre le responde que quizás sea el último año más frio de su vida.

La escena caricaturiza una situación, pero lamentablemente no pareciera estar tan lejana de la realidad. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Energía, 2020 se consideró el segundo año más cálido desde 1880, con 14,9°C promedio anual a nivel mundial, sumándose a la lista de años más calurosos.

Chile se posiciona por debajo de la media de temperaturas a nivel mundial. Sin embargo, se ha observado un aumento sostenido de la temperatura media, con una tendencia de +0,14°C por década. Hasta la fecha, 2021 presenta un comportamiento acorde a lo esperado y con un efecto directo sobre la disponibilidad del recurso hídrico.

De hecho, 2021 ha sido catalogado como el cuarto año más seco desde que se tiene registro en el país, siendo superado por los años 1968, 1998 y 2019. Esto llega completar 13 años seguidos de sequía, con un déficit generalizado del recurso hídrico en gran parte del territorio, incluso alcanzando déficits hídricos cercanos al 60%, como es el caso de la Región Metropolitana.

Claramente la hidrología del país ya no será la misma. Las variables meteorológicas son cada vez más extremas e inusuales. Por lo tanto, el primer llamado es a tomar conciencia de la situación para adoptar medidas mitigadoras e idealmente que permitan revertir esta situación. El desafío es grande y las acciones que se adopten durante los años venideros, serán claves para asegurar el abastecimiento de agua potable a la población y permitir el funcionamiento de las actividades productivas que requieren su uso.

Sortear la crisis hídrica que experimenta el país requiere de un esfuerzo conjunto, que involucre a las comunidades, la academia, el sector empresarial y al Estado por medio de políticas y estrategias que faciliten el desarrollo de soluciones que sean técnicamente factibles y ambientalmente amigables.

En paralelo, debemos ampliar las alternativas que hoy permiten afrontar la preocupante situación del agua. Por ejemplo, el uso de innovaciones para cuidar el recurso hídrico, como el rastreo satelital, la implementación de medidas de emergencia para asegurar el agua en las ciudades y zonas rurales, las iniciativas municipales para reducir el consumo y optimizar el riego de áreas verdes, o la disposición de normativas para controlar el uso de agua en sectores industriales y comerciales, como el uso de aguas grises.

Todo este esfuerzo debe estar alineado en garantizar el agua para consumo humano de forma que ninguna persona vea disminuida su calidad de vida producto de la sequía. Aminorar los efectos del aumento de temperatura y escasez hídrica, depende de la colaboración de todas y todos.