Por Hernán de Solminihac, Jefe de Programa del Diplomado en Administración y Dirección de Proyectos de Educación Profesional de Ingeniería UC.

Durante esta década, hemos sido testigos del importante esfuerzo de las universidades chilenas por avanzar en distintos proyectos de enseñanza y aprendizaje para impulsar una cultura de innovación y emprendimiento entre nuestros jóvenes. Todo ello, con el propósito de crear una economía basada en el talento y la naturaleza de nuestro país.

¿Por qué hacerlo?, se preguntaba Alejandra Aranda, presidenta de Humanitas/Cornerstone International Group, a quien dedico mi cariño y recuerdo tras su partida. En su reflexión sobre este tema, ella decía «simple: la economía está viviendo un proceso de transformaciones profundas (…) quienes entiendan que la innovación es la condición sine qua non para el desarrollo de las sociedades, serán los ganadores al final del día».

Así como Alejandra, quienes participamos de este desafío, hemos trabajado y colaborado decididamente en visibilizar y desarrollar todo el talento que hay en Chile y proyectarlo a nivel mundial.

Hoy en día, el mundo exige transformaciones profundas en innovación y también una nueva actitud en la forma en que entendemos el proceso de innovar, considerando que involucra transversalmente a todos los sectores y a las actividades que realizamos a diario.

Desde la ciencia y tecnología, hay iniciativas concretas del cambio cultural hacia la innovación y el emprendimiento. Los avances han logrado incluso extender su enfoque con una mirada comercial y competitiva hacia una mirada más social y amigable con el medio ambiente. Si bien la innovación chilena ha tenido un despegue en los últimos años, aún presentamos carencias importantes en este ecosistema que dificultan su consolidación. El presupuesto del Estado dedicado al financiamiento de actividades de I+D representa el 0,2% del PIB (Ministerio de Ciencia, 2021) y la inversión tanto pública como privada ha sido escasa, ubicándonos en las últimas posiciones frente a otros países en desarrollo.

En este sentido, tomando el mensaje que nos dejó Alejandra, debemos hacer esfuerzos a nivel público privado para mantener y propiciar las condiciones necesarias para que Chile sea cuna de nuevos talentos, mientras que paralelamente se potencia, aceleren y consoliden los proyectos locales para convertirlos en propuestas globales.

En la medida en que esta visión sea internalizada entre todos y todas, no solo alcanzaremos el desarrollo que el país espera, sino que también avanzaremos en disminuir la desigualdades de nuestra sociedad. De ahí la importancia de seguir apoyando el esfuerzo de las universidades y las políticas de incentivo que han aportado al fortalecimiento social de los emprendimientos. No nos sirve de nada tener una buena idea, si esta no logra aportar a la calidad de vida de las personas.