EDITORIAL
Claudia Halabí, Directora de Educación Profesional de Ingeniería UC.
Ph.D. en Economía, U. de Georgia.

Hasta fines del siglo XX las personas que lograban una profesión, estudiaban, trabajaban y luego se retiraban alrededor de los 65 años, a no ser que sufrieran el infortunio de haber sido desvinculados con anterioridad, sin posibilidad de reubicarse en los mercados laborales, caso en el cual el retiro ocurría antes. La gran mayoría estudiaba una sola carrera en la vida (los más privilegiados culminaban con el postgrado) y, generalmente, no desviaban su camino hacia otras áreas, sino que se mantenían en la arena que habían elegido a los 18 años.

Lo anterior comenzó a cambiar, gradualmente, hace 40 años, con el alto crecimiento en las matrículas del Sistema de Educación Superior. En 1980 había un poco más de 118.000 matriculados totales, según cifras del Ministerio de Educación de Chile. Hoy observamos más de 1,2 millones de matriculados. Esta explosión se produjo a partir de las reformas de los 80, dando espacio a nuevas instituciones y otras posibilidades de financiamiento. Si bien, lo anterior no estuvo exento de dificultades (género, contexto socioeconómico, calidad de las instituciones oferentes, financiamiento, por mencionar algunos) la cobertura se amplió en forma decisiva, con miles de alumnos como primera generación de universitarios en sus familias.

Hoy, muchas personas cuentan con una carrera profesional o técnica. Sin embargo, en estos últimos años la carrera de pregrado dejó de ser suficiente para tener la tranquilidad de que seremos empleables hasta nuestra jubilación. Con los acelerados y revolucionarios avances tecnológicos que se han observado año a año desde los noventa, con la masificación de la internet, el mundo cambió y la vida útil del aprendizaje se ha ido acortando cada vez más.

Hoy, son muchas las personas preparadas que requieren un aprendizaje adicional: el aprendizaje de por vida. Incluso más. Si sumamos la mayor expectativa de vida que gozamos hoy, no es extraño observar profesionales que se reenfocan o se reinventan (preparándose para emprender una actividad totalmente diferente) varias veces durante su vida.

Por ejemplo, en algunos diplomados de Educación Profesional Ingeniería UC, hay profesionales con 15 años de experiencia que requieren o desean aprender algo diferente, o actualizar los conocimientos que han adquirido. Es el caso de los Diplomados de Transformación Digital, de Gestión de la Ciberseguridad, de Tecnologías de Hidrógeno, y de Blockchain, donde la edad promedio de los alumnos al ingreso es de 40 años.

Las universidades tienen un importante desafío en ofrecer conocimientos actualizados para satisfacer el nuevo patrón de formación de las personas. Para cumplir con las distintas necesidades de la sociedad de hoy, que incluso posibilita que una persona con una carrera universitaria se forme en un ámbito totalmente diferente, se ofrecen diversos productos, en varios formatos, intensidad y duración, que se actualizan año a año y que se van retirando de la oferta cuando quedan obsoletos, para agregar otros que van de la mano con el progreso científico y tecnológico. La educación de por vida es el gran desafío de las instituciones de formación superior al 2030.